La Revolución Francesa es recordada como uno de los momentos cruciales en la conquista de las libertades por parte del común de los mortales. Nos dejó eslóganes preciosos, como el de Libertad, Igualdad y Fraternidad, e inventos tan necesarios como la guillotina.
Pero el 7 de noviembre de 1800 nos viene a recordar que ciertas cosas no cambian mucho, por revolucionarios que nos pongamos. Porque ese día, en París, que en teoría seguía siendo una capital muy revolucionaria, se promulgó una ley que prohibía a las mujeres llevar pantalones. Y lo hacía porque consideraba que al adoptar esta prenda de vestir como propia, estaban alejándose de su rol tradicional y adoptando el aspecto y la posición social que les correspondía a los hombres. Vamos, que revolución sí, pero machismo también. Así que para llevar pantalón necesitaban un permiso especial.
Si la idea detrás de la ley es injustificable, aún lo es más si tenemos en cuenta que las mujeres parisinas estuvieron efectivamente sujetas a ella durante… unos 213 años. La ley no se derogó hasta el año 2013. Para entonces, efectivamente, ya estaba en desuso, pero lo cierto es que se siguió aplicando durante casi un siglo y medio.
No sé muy bien qué moraleja sacar de todo esto. Supongo que la más evidente es que en las revoluciones, como en todo, es importante mirar la letra pequeña.
Víctor Lloret Blackburn.
No hay comentarios:
Publicar un comentario